Supongan
que nos hacemos una simple pregunta: ¿qué necesita saber una mujer para
convertirse en un ser humano consciente de sí misma y con capacidad para definirse?
¿No necesita conocer su propia historia, su cuerpo de mujer usado tantas veces
con fines políticos, conocer el genio creativo de mujeres del pasado, la
habilidad, las destrezas, las técnicas y las visiones que poseían las mujeres
en otros tiempos y culturas, y como se las ha sumido en el anonimato y se las
ha censurado, interrumpido, devaluado? Como miembro de esa mayoría a la que
todavía se le niegan los derechos de todo ciudadano, a la que
se esclaviza como presa sexual, a la que se paga menos por su trabajo, o no se
paga en absoluto, y que está alejada a la fuerza de su propio poder, ¿no
necesita una mujer un análisis de su condición, conocer a las pensadoras que en
el pasado han reflexionado sobre todo ello, conocer, también, las rebeliones
individuales y los movimientos que las mujeres han organizado en todo el mundo
contra la injusticia social y económica, y como estos se han visto fragmentados
y silenciados? ¿No necesita saber cómo se han institucionalizado condiciones
aparentemente naturales como la heterosexualidad o la maternidad, para
arrebatarle su poder? Sin tal educación, las mujeres hemos vivido, y
continuamos viviendo, ignorantes de nuestro contexto colectivo, vulnerables a
lo que la fantasía de los hombres ha proyectado sobre nosotras, tal y como se
ve en el arte, en la literatura, en las ciencias, en los medios de comunicación
y en los llamados estudios humanísticos. Mi sugerencia es que no es la
anatomía, sino una ignorancia impuesta la que ha sido crucial en nuestra falta
de poder.
Este
es un proyecto que se mantiene de donaciones voluntarias. Si
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